Hace ya algún tiempo colaboré en la redacción de un artículo en el que se introducía una visión disruptiva de lo que significa Industria 4.0.
La digitalización nos ha traído el concepto de transformación digital y la aplicación de ciertas tecnologías a la industria, la idea de industria 4.0
En aquel documento nos servíamos de un estudio de una consultoría americana en la que el análisis macroeconómico por países descubría que sólo los países que fabrican productos de alto valor añadido, que permiten márgenes altos, producción flexible y con un retorno sobre el capital empleado (ROCE) alto, habían ‘hecho los deberes’ de verdad respecto a la Industria 4.0.
Inversión y retención del talento
La perspectiva macroeconómica en aquel momento nos descubrió que hablar de Industria 4.0 iba más allá de hacerlo de las tecnologías disponibles, algo que estábamos acostumbrados a presenciar y requería analizar el esfuerzo macroeconómico de los países en la inversión y en la retención de talento.
La inversión, el talento y la tecnología deben ir de la mano, trabajar bien en una o solo dos de estas tres variables no asegura estar haciendo bien las cosas, como ejemplo, de todos los países analizados sólo Alemania había conseguido, aglutinando bien estos tres aspectos: fabricar productos de alto valor añadido, con márgenes altos y producción flexible, es decir, la verdadera Industria 4.0.
El cambio de paradigma de la Industria 4.0.
En este articulo me gustaría volver a ser disruptivo e ir más allá de la simplificación excesiva al hablar de esta materia que suele centrarse en las tecnologías aplicables. La industria 4.0 es mucho más que la automatización de la producción, ciberseguridad, cobots, vehículos autónomos, virtual factories, o mantenimiento predictivo, y también que retención de talento o capacidad inversora.
Me gustaría resaltar que no sólo estamos ante un cambio tecnológico, sino que estamos inmersos en un cambio de paradigma. La digitalización, como en su día lo fue el tallado del sílex o la caldera de vapor es un cambio tecnológico que nos trae un cambio de modelo.
Lo curioso es que en todos estos ejemplos se empleó más tiempo, seguro, en explicar y maravillarnos por la tecnología disruptiva que propiciaba el cambio que en analizar el cambio y sus consecuencias para el ser humano.
De la escoba a la Roomba un ejemplo claro
Para analizar el cambio sufrido y sus consecuencias me voy a servir de un ejemplo que todos tenemos cerca: la limpieza doméstica. El elemento estrella de la limpieza en nuestras casas es, sin duda, el aspirador eléctrico, que en su inicio fue algo que aún perdura, la escoba y que hoy ha evolucionado a ser eléctrico y autónomo.
La evolución sufrida por la escoba hasta convertirse en un aspirador eléctrico y autónomo esconde en mi opinión, como ningún otro ejemplo, el cambio de paradigma que nos trae la digitalización, esto es, la mejora de los medios de producción y la evolución de los medios productivos.
El movimiento autónomo libera a la persona que realiza el barrido la limpieza doméstica, al igual que las tecnologías que se introducen en la transformación digital de las empresas productivas mejoran la ergonomía y las condiciones del trabajador y del ser humano y sus condiciones de trabajo.
En mi opinión, estamos ante un cambio evolutivo que viene a liberar al ser humano de los trabajos manuales y repetitivos. Si bien un análisis cortoplacista y sesgado podría llevarnos a cierto alarmismo respecto a la sustitución de la capacidad productiva humana por la de las máquinas, no creo que el cambio vaya a ser tan inmediato, los recursos humanos se transformarán y actualizarán.
Paco Serrano
Pasaremos de fabricar productos a diseñar, construir y mantener robots que los hagan por nosotros.
No cabe duda de que la Inteligencia artificial y los avances tecnológicos abren posibilidades que nos aproximan a debates éticos y jurídicos que tendremos que abordar, pero el ser humano lo ha hecho antes, nuestra civilización siempre respondió y estuvo a la altura ante los cambios y esta vez no será menos.
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